20221228

"Piel de serpiente"


Me habían diagnosticado

anosmia, pérdida absoluta

del olfato. No pude percibir

su fragancia cuando llegó,

pero su risa fue suficiente

para suavizar el plomo de

aquellas paredes que me

estaban enterrando. Yo

regentaba un hotel a las

afueras de Logroño cuando

llegó con su vestido

estampado y su trinar de

pájaros. Las cortinas de la

recepción sacudieron la

monotonía apelmazada

durante diez años.

─Solo dos días ─me pidió,

pero fueron veinticuatro.

Veinticuatro días de pasión

y sexo salvaje que hicieron

temblar las paredes de un edificio

diseñado en blanco y negro.

Veinticuatro días enredando

sueños en el laberinto de sus 

cabellos desmadejados.

Veinticuatro días donde mi amor

y mi patrimonio ardieron al mismo

tiempo como yesca en fogaril.

─Necesito respirar ─me dijo.

Necesitaba respirar. La carretera

que se pierde más allá de los

árboles, se la llevó envuelta

en su piel de serpiente.

Ella se fue a buscar

Oxígeno en la última de

sus infinitas curvas

y yo me quedé masticando

mis paredes de plomo.

La imagino caminando por

las calles de Buenos Aires,

como si allí corrieran

mejores vientos.

Debo hacerle llegar este

abanico al incauto del que

cuelgue su brazo, para que pueda

soportar la herrumbre de sus caries.

FIN


Primer premio, el 15 de diciembre en el I certamen "Abanico de Oro", convocado por las librerías Castillo de Libros en Logroño. Tenía su aquel, y había que presentarlo manuscrito y que se pudiera escribir en cada varilla de un abanico. Muy divertido, la verdad. Gracias, Azucena Escalona.

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