(Un pequeño fragmento)
Noche del 23 de junio, noche mágica, cuando las
supersticiones demuestran que no lo son. Cuando se te pierden siempre las
llaves del coche, la cartera, la mujer o la cordura con alguna mujer perdida.
Cuando las meigas te dicen, te gritan que jamás existieron.
El Ayuntamiento de Alcalá y la Junta del Distrito V
propiciaron la celebración de la noche más corta del año, cuando lo telúrico
cobra un protagonismo renacido, aunque la Iglesia se empeñe en hacerla propia y
santificarla, porque, San Juan, es esencialmente una festividad pagana. El
grupo Romanceros de Carne y Plata, sobre un magnífico escenario montado en el
parque de las Islas Filipinas, demostró que la Rapsodia tiene un espacio propio
dentro del teatro de Variedades. Rescató, a la usanza de los antiguos juglares,
un puñado de romances y pasiones del Romancero viejo y del nuevo, poniendo
énfasis en el aspecto pagano de la fiesta y rindió un homenaje al “sacramento
carnal”, para deleite de un numerosísimo público.
Iván Fernández, Rafaela Nieves y Luis San José robamos durante 40 minutos las almas de Lorca, de Serrat y de Alberto Cortez y las pusimos sobre las tablas con un manojo de historias huyendo de doctores, academias y dogmas. Un manojo de historias que apelan a la sensibilidad más que al intelecto, al sentimiento frente a los pensamientos. Pequeñas obras teatrales que presentan un argumento, lo desarrollan y concluyen.
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